Se basó en en las experiencias reales de un agente del FBI, Joe Pistone, infiltrado durante seis años en un clan mafioso de Nueva York con el objetivo de recabar pruebas para la detención de delincuentes.
Uno de los mayores aciertos de “Donnie Brasco” fue ofrecer las actividades cotidianas de unos ‘gangsters’ desprovistos de todo ‘glamour’. Hombres grises y ordinarios que muy bien podrían calificarse de auténticos currantes del oficio. Tenían que ganarse el pan día a día traficando o robando lo que fuera, desde joyas a recaudaciones de un simple parquímetro.
Joe Pistone (Johnny Depp) no revelará el secreto ni a su esposa. Y desarrollará un amistad paterno-filial sincera con Lefty Ruggiero (Al Pacino),un mafioso de poca monta y un perdedor nato que padrinará al joven Joe en un mundillo, el situado al otro lado de la ley, que no carece de atractivo.
De manera que el protagonista acabará debatiéndose entre la fidelidad a su compañero y mentor (y con la posibilidad que él ya sea también “uno de los suyos”), y la obligación de cumplir con su deber como policia. Una disyuntiva especialmente importante en un entorno donde la traición es considerada como un delito peor que el asesinato.
"En la Cosa Nostra si te mandan comparecer entras vivo y sales muerto. Y es tu mejor amigo quien se encarga"
Por supuesto, es una delicia ver juntos a Johnny Depp y Al Pacino, o a Michael Madsen como secundario. El guión es preciso y la música intimista, compuesta por Patrick Doyle, define perfectamente la amistad
Aún con todo eso, el film deja algunos buenos momentos y una trama que no defrauda. Y como es habitual, unas interpretaciones para tener en cuenta. No ya sólo Al Pacino, a quien este tipo de papeles le viene como anillo al dedo, sino también de Johnny Deep y un genial Michael Madsen.
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